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¿Cómo llegó EE. UU. a una epidemia de opioides y cómo puede frenarla?

Las sobredosis por fentanilo en Estados Unudos han llegado a cifras récord, en una crisis relacionada a la adicción a medicamentos recetados y también a las drogas ilícitas.
Las sobredosis por fentanilo en Estados Unudos han llegado a cifras récord, en una crisis relacionada a la adicción a medicamentos recetados y también a las drogas ilícitas. © France 24

El fentanilo y otros opioides han sacado a la luz las fracturas del sistema de salud de EE. UU. Esta sustancia 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina mató de sobredosis a 70.600 personas en 2021. El propio sistema de salud permitió las condiciones para que muchas personas se volvieran adictas a los opioides y carteles de la droga agravan la situación con la introducción de fentanilo ilegal en el mercado negro. Los llamados a revertir esta problemática pasan por más regulación al sistema, poner límites al lobby farmacéutico y dejar atrás el prohibicionismo a cambio de abordar el consumo como una realidad y fomentar el respeto de los derechos humanos de las personas adictas.

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El fentanilo fue creado en los años 60 con fines médicos como analgésico para ser utilizado en cirugías, tratar dolores agudos, como de lesiones, o en cuidados paliativos... Y sigue siendo utilizado con estos fines, tanto en Estados Unidos, como en muchos países alrededor del mundo. 

Sin embargo, en las últimas dos décadas el consumo ilícito de esta sustancia se ha disparado y las muertes por opioides sintéticos y principalmente por fentanilo aumentaron de 3.100 en 2013 a 70.601 en 2021, de acuerdo a datos recopilados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. "La principal causa de muerte entre los estadounidenses entre 18 y 45 años son las intoxicaciones por uso de drogas", dice Frank Tarentino, agente especial de la Administración Antidrogas de Nueva York.

Una de las principales causas de su auge es que desde los años 90 los médicos estadounidenses aumentaron la prescripción de opioides, muy adictivos, para paliar los dolores. Entre estos, OxyContin, de la farmacéutica Purdue Pharma, que minimizó los riesgos adictivos del medicamento y pagó a médicos para que promovieran su producto. Con el tiempo, muchos pacientes se volvieron adictos. Actualmente Purdue Pharma se encuentra en medio de un multimillonario proceso legal con la Justicia estadounidense por este caso.

Otro factor determinante es que el fentanilo es muy y barato de producir porque se crea sintéticamente en laboratorios y los traficantes de droga han visto grandes ganancias en ello. En 2022, la Administración para el Control de Drogas de EE. UU. incautó 379 millones de dosis letales de fentanilo, suficientes para matar a toda la población del país.

Muchas personas que se volvieron adictas a los opioides por consumo médico han acabado acudiendo a los mercados ilegales y volviéndose adictos al fentanilo sin siquiera saber que están consumiendo esta droga. Esto es altamente peligroso debido a que el fentanilo es letal en pequeñas dosis. Para la mayoría de las personas, 2 miligramos son suficientes para producir un paro cardiaco

La problemática se agrava debido a que los laboratorios clandestinos que forman parte de las redes de tráfico de drogas han comenzado a mezclar el fentanilo con otras sustancias, como la heroína o la cocaína, lo que multiplica las posibilidades de una sobredosis. 

Además, es una sustancia altamente adictiva. Aparte de paliar el dolor, produce varios efectos en las personas, como sedación, una sensación de bienestar o felicidad extrema. A la vez, su abstinencia es profundamente dolorosa, por lo que las personas suelen volverse adictas en el círculo vicioso que les produce placer, cuando la consumen, y el dolor, cuando dejan de hacerlo.

¿Qué opciones hay para revertir la epidemia?

Las formas de luchar contra esta problemática pasan por una mayor regulación del acceso a medicamentos adictivos y de cómo la industria farmacéutica influye en el sistema de salud. "Después de la aprobación (de los medicamentos por parte de la agencia nacional reguladora, la FDA), generalmente corresponde a la industria (no a los reguladores) educar y asesorar a los prescriptores sobre cómo evaluar y mitigar el riesgo", señalaba en una reciente entrevista Howard Koh, profesor de salud pública de la Universidad de Harvard, como un ejemplo de la influencia otorgada a los fabricantes.

Pero también por implementar programas para la reducción de daños, como salas de consumo seguro en las que se pueda examinar las sustancias antes de que sean consumidas o suministrar Naloxona para revertir posibles sobredosis, según señala Julián Quintero, fundador de la corporación Acción Técnica Legal, una organización sin ánimo de lucro que promueve los derechos humanos de quienes consumen sustancias psicoactivas.

Quintero señala quela crisis de opioides que viven actualmente países como Estados Unidos o Canadá tiene pocas posibilidades de reproducirse en otros países de la región debido a que históricamente los sistemas de salud han limitado la medicación con estos fármacos a espacios controlados por la comunidad médica. "En América Latina no tenemos esas condiciones previas ni tampoco una cultura del consumo de opioides como sí lo tienen los norteamericanos, por lo que es muy difícil que haya una epidemia como la que están viviendo ellos".

Estados Unidos ya ha empezado a impulsar algunas de estas medidas, como la venta libre de Naloxona y las las salas de consumo seguro. Además, la Administración de Joe Biden anunció recientemente que destinará 450 millones de dólares a combatir las sobredosis con varios de estos programas. Se espera que en los próximos años la letal curva de muertes por opioides pueda ser controlada, de la mano de programas integrales de prevención y tratamiento a las adicciones. 

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